como cuidar a una planta

Cuidar las plantas de interiores

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    Elige la ubicación correcta. Aunque tengas la mesa auxiliar perfecta o un mostrador para tu planta de interior, es posible que necesites reorganizar las cosas un poco dependiendo de las necesidades individuales de cada planta. Encuentra un lugar con buena luz, lejos de una salida de calefacción, aire acondicionado, radiadores y televisores. No coloques la planta entre una cortina y una ventana, ya que dificultará la regulación de la temperatura.[1]
    • Las ventanas orientadas hacia el sur proporcionan la mayor cantidad de luz en el hemisferio norte, mientras que las orientadas hacia el norte brindan la mayor sombra. Cambia estas recomendaciones si vives en el hemisferio sur. Asimismo, ten en cuenta que las ventanas orientadas hacia el este u oeste proporcionan una luz solar moderadas en todas las regiones.
    • No coloques la planta en un lugar donde pueda caerse fácilmente, ya sea a causa de los niños o de los animales domésticos.
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    Proporciónale la cantidad correcta de agua. El agua suele ser la razón principal de la muerte de una planta, ya sea que tenga demasiada o que le haga falta. Asegúrate de que tu planta reciba mucha humedad, dependiendo de su tipo. En la mayoría de los casos, deberás asegurarte de que la tierra del envase de tus plantas esté húmeda en todo momento, pero no empapada. El suelo nunca debe estar tan seco como para desmoronarse.
    • Algunas plantas, como las suculentas y los cactus, requieren riegos poco frecuentes cada pocas semanas.
    • En los meses de invierno, cuando el aire esté más seco, rocía las plantas con una botella en aerosol o usa un humidificador para proporcionarles humedad extra sin que las raíces se enloden en el suelo húmedo.
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    Mantén a las plantas libres de plagas y polvo. Con el tiempo, pueden llegar a enfermarse o tener una apariencia pobre como resultado de la acumulación de polvo y las infecciones de plagas de insectos. Puedes prevenir los problemas de salud de tus plantas al limpiarlas con un paño suave y un jabón insecticida orgánico cada pocos meses. Si notas que tus plantas lucen polvorientas y medio marchitas, cuídalas más y límpialas con mayor frecuencia. Trasládalas a una nueva ubicación si es necesario.
    • No utilices un plumero para limpiar las plantas, ya que puedes transferir plagas bacterianas de un lugar a otro, así como infectar también a tus plantas.
    • Si no quieres utilizar insecticida, puedes lavar suavemente las plantas con el rociador de tu fregadero o ducha usando agua tibia.
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    Fertiliza las plantas si es necesario. En ocasiones, es útil fertilizar las plantas en macetas. Puedes comprar fertilizantes solubles en agua para mezclarlos con el agua de riego y aplicarlos a tus plantas. Por su parte, los fertilizantes de liberación gradual te dan un menor control, pero solo es necesario aplicarlos una o dos veces durante la temporada de crecimiento.[2]
    • El tipo de fertilizante que escojas dependerá de la especie de planta y de su etapa de crecimiento.
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    Retira los brotes poco saludables. Aunque tus plantas estén en macetas y en el interior, esto no impide que crezcan de un tamaño enorme y que a veces se enfermen. Usa un par de tijeras de jardinería para cortar el crecimiento excesivo y las partes medio marchitas. La planta no solo se mantendrá con un aspecto más saludable, sino que también evitará convertirse en grandes enredaderas de maleza, que ocupan mucho espacio en tu casa.[3]

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Cuidar de tus plantas al aire libre

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    Asegúrate de que tus plantas reciban suficiente luz solar. Lo más importante a la hora de mantener las plantas sanas es la cantidad adecuada de luz solar. Algunas plantas al aire libre son amantes del sol, mientras que otras prefieren más la sombra. Si están en macetas, muévelas a su ubicación correcta con base en su especie. Si vas a cultivar las plantas en un jardín, verifica que estén en un buen lugar o ubicadas en uno mejor que se adapte a sus necesidades.
    • Puedes consultar los requisitos de luz solar para cada planta visitando un semillero local o realizando una búsqueda en Internet.
    • En caso de duda, mueve la planta a un lugar donde reciba de seis a ocho horas de luz solar a lo largo del día.
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    Riégalas diariamente. Las plantas de exterior tienden a ser un poco más resistentes que las de interior (ya que normalmente tienden a ser autóctonas), pero eso no significa que no necesiten mucha agua. Si puedes, crea un sistema de rociadores automáticos o riega tus plantas a diario si no llueve. Riega diariamente las plantas pequeñas y medianas, y una vez a la semana los árboles y arbustos.
    • Adapta el programa de riego de acuerdo al clima. Por ejemplo, omite una sesión de riego si ha llovido considerablemente, y dales más agua durante los climas cálidos.
    • Por otro lado, configura un sistema de drenaje si tu parcela de jardín parece estar inundándose o tiene problemas de drenaje.
    • Muchas plantas tienen diferentes necesidades de riego en distintas temporadas. Por ejemplo, Durante su estado de inactividad en invierno, probablemente necesiten una cantidad de agua mucho menor.
    • Si no estás seguro de la cantidad de agua que deben recibir tus plantas, busca información en línea sobre su especie o visita un semillero local para preguntar.
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    Asegúrate de que tus plantas reciban la alimentación adecuada. Si tus plantas parecen un poco monótonas, significa que no están recibiendo los nutrientes necesarios de la tierra. Visita un semillero de tu localidad y ve qué alimentos o fertilizantes para plantas son de utilidad en tu jardín. Puedes agregar estiércol de aves o composta en el suelo como una forma natural de proporcionar nutrientes para tus plantas.
    • Si no sabes a ciencia cierta la calidad del suelo, toma una muestra y llévala a un laboratorio para su análisis. También puedes comprar un kit de prueba de suelo y hacer el análisis por tu cuenta.
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    Mantén a raya las malas hierbas. Deshacerte de la mala hierba es una tarea que pocos disfrutan, pero es necesario para mantener bien a las plantas y con un aspecto saludable. Saca todas las malas hierbas de las raíces y revísalas regularmente para asegurarte de que desaparezcan. Es importante eliminarlas periódicamente, ya que estas plantas no deseadas pueden robar valiosos nutrientes y espacio de tierra que nuestras plantas necesitan para estar saludables.
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    Extrae las plantas marchitas y pódalas cuando sea necesario. Aunque no desees reducir el tamaño de tus plantas, es importante cortar las flores y ramas muertas, así como las partes que estén medio marchitas. Suele hacerse después de que una temporada de crecimiento ha terminado. Utiliza un par de tijeras de jardín y corta las flores y hojas marrones de tus plantas. Si crees que tus plantas se han vuelto demasiado grandes, también puedes cortarlas en ese momento.
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    Mata a los insectos, babosas y caracoles. No hay nada peor que tener un jardín perfectamente cuidado y que se destruya a causa de los molestos insectos y babosas. Encuentra un insecticida orgánico que puedas aplicar en tus plantas o utiliza insectos depredadores que se alimenten de los bichos de tus plantas, como alternativa natural.
    • Por ejemplo, los nematodos se pueden utilizar para eliminar a los ácaros, mientras que las mariquitas se deshacen de los áfidos. Pero no dañarán ni se comerán tus plantas.[4]
    • Para no dejar entrar a las babosas ni a los caracoles a tu jardín, puedes espolvorear cáscaras de huevo trituradas alrededor del perímetro. Si prefieres matarlos, puedes utilizar un tazón de cerveza.
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    Aplica un mantillo en las plantas. Una capa de aproximadamente 5 a 7,5 cm (2 a 3 pulgadas) de buen mantillo les ayudará a las plantas a retener la humedad, regular la temperatura del suelo y mantener a raya a las malas hierbas.

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